Los padres-cortacéspedes hacen lo que sea necesario para evitar que su hijo tenga que enfrentarse a la adversidad, la lucha o el fracaso. En lugar de preparar a los niños para los desafíos, eliminan los obstáculos para que los niños no los experimenten en primer lugar … Pero al criar niños que no han experimentado una mínima lucha, no estamos creando una generación de niños más feliz. Estamos creando una generación que no tiene idea de qué hacer cuando realmente se enfrentan a la lucha. Una generación que se asusta o se cierra ante la mera idea de fracaso. Una generación para la que el fracaso es demasiado doloroso, con lo que se exponen a mecanismos de afrontamiento como la adicción, la culpa y la internalización. La lista continua.Después de haber pasado mucho tiempo con estudiantes universitarios, puedo decirles que esto es totalmente cierto. He escuchado historias de profesores atendiendo llamadas telefónicas de padres indignados que intentan argumentar la validez de una nota que su hijo obtuvo en una clase. He escuchado historias de padres que escribieron documentos para sus hijos, y se sintieron desconcertados cuando acusaron a su hijo de plagio. Y he leído los interminables y desagradables comentarios que han dejado los profesores en sitios de “calificación” anónimos. Peor aún, he visto a los universitarios desmoronarse ante el fracaso. Buenos niños, que se esfuerzan mucho pero solo necesitan afinar sus habilidades de estudio. O elegir una nueva especialidad. O incluso intentarlo de nuevo. Pero no vuelven a intentarlo. Se dan por vencidos, se van a casa y se tumban en el sofá porque no saben qué más hacer. Creen que no pueden superar el fracaso porque nunca han aprendido a hacerlo. No quiero criar a niños que no saben cómo levantarse después de que la vida los derribe. Pero enseñar a los niños a aceptar las consecuencias y superar sus errores no se hace con grandes gestos o discursos inspiradores. Comienza con las pequeñas cosas. Comienza con dejarles sentir las consecuencias en primer lugar … especialmente las consecuencias de sus propias acciones. Comienza con dejarlos pasar un poco de hambre porque olvidaron su almuerzo. Así que la próxima vez que Sienna se olvide de su almuerzo, tendrá que pasar hambre por una tarde. Lo mismo para los más pequeños, porque todos tienen que aprender que, en última instancia, son sus propios cortacéspedes. No abordaré esos obstáculos para ellos: si quieren superar las cosas difíciles de la vida, tendrán que encontrar la manera de hacerlo ellos mismos. Este articulo pertenece a es.aleteia.org
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